Como no podía ser de otra manera, no he podido renunciar a estrenarme en el capítulo de licores y bebidas utilizando el fruto típico por excelencia de mi pueblo, el membrillo.
El membrillo es una fruta que, por sí sola, no dice mucho. Es que es dura y tampoco se puede consumir cruda pero sabe suplir esas carencias aportando una gran capacidad aromática que puede ser perfectamente aplicada en los licores caseros.
El membrillo es una fruta que, por sí sola, no dice mucho. Es que es dura y tampoco se puede consumir cruda pero sabe suplir esas carencias aportando una gran capacidad aromática que puede ser perfectamente aplicada en los licores caseros.
Los membrillos que he utilizado son de los más pequeños y arrugados.
Ingredientes:
- 6 membrillos
- Un litro de vodka
- Medio litro de agua
- Medio kilo de azúcar
Preparación:
Comienza lavando bien el membrillo y pélalo ya que lo que vamos a utilizar es su cáscara aunque no te importe si lleva algo de carne. Colócala a macerar con el litro de vodka (cuidando de que todas las cáscaras queden cubiertas, por lo que quizá te sobren algunas) durante seis semanas antes de filtrar el vodka y separar las cáscaras de membrillo; te aconsejo que el recipiente que utilices sea de cristal.
El paso siguiente -tras respetar el tiempo de maceración- será el de preparar el almíbar y simplemente lo haremos hirviendo durante unos cinco minutos el agua con el azúcar. Añade al vodka ya colado, mezcla bien y luego vuelve a filtrar usando filtro de papel. Embotella y reserva una semana más antes de consumir.
Hay quien le añade granos de café, vaina de vainilla o incluso canela en rama, pero personalmente a mí me gusta más sin ningún añadido porque la cualidad aromática del membrillo le confiere un sabor único, todo un lujo para el paladar.
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